¡Sáquenme!
Desesperante.
¡Por favor!
Fuerte, gritó más fuerte.
¡No quiero morir… de verdad!
¿Oscuridad? En ese momento, no estaba segura de que la oscuridad fuera lo que la rodeaba.
¿Muerte? Si en realidad estaba muerta, ¿por qué podía pensar? Siempre supuso que morir era… bueno, morir. Significa que ya no hay nada más por hacer, dejas de existir y entonces, te conviertes en nada.
No quiero estar así… ¿cuándo dejaré de pensar, de estar flotando dentro de este maldito ataúd? –estaba harta. Llevaba al menos 36 horas acostada, fingiendo su muerte. ¿Conciencia, estás allí?-preguntó a la nada, buscando.
-No te preocupes, ya voy por ti-respondió la ronca voz de su conciencia.
-Tu no eres a quien esperaba- la voz de Darlica Peralta sonaba ahogada entre el tumulto de tierra y la gruesa tapa del ataúd. -Esperaba a la muerte.
-Hemos venido a buscarte… no tendrás que estar aquí encerrada por mucho tiempo- dijo la conciencia, siempre paciente.
-¿Estás lista para venir conmigo?-inquirió la muerte.
-Sí, ya estoy cansada de vivir- susurró la chica.
Y se sumió entre las penetrantes virutas de humo planetado, se desprendió de la materia y ascendio a los cielos. Desde arriba, pudo ver a quienes le lloraban y esta vez, sonrió: ellos merecen sufrir.
La muerte y la conciencia tomaron caminos separados. La primera se fue a vagar entre el planeta, en muchos lugares a la vez; mientras que la segunda, se perdió entre los cielos, siendo feliz.
Darlica, ábandonada por su compañera en vida, se volvió un ánima perdida. Fue entonces, cuando el angel de la muerte la tomó en sus brazos y la designo en un cuerpo nuevo, para que se cansara de vivir otra vez.
Desesperante.
¡Por favor!
Fuerte, gritó más fuerte.
¡No quiero morir… de verdad!
¿Oscuridad? En ese momento, no estaba segura de que la oscuridad fuera lo que la rodeaba.
¿Muerte? Si en realidad estaba muerta, ¿por qué podía pensar? Siempre supuso que morir era… bueno, morir. Significa que ya no hay nada más por hacer, dejas de existir y entonces, te conviertes en nada.
No quiero estar así… ¿cuándo dejaré de pensar, de estar flotando dentro de este maldito ataúd? –estaba harta. Llevaba al menos 36 horas acostada, fingiendo su muerte. ¿Conciencia, estás allí?-preguntó a la nada, buscando.
-No te preocupes, ya voy por ti-respondió la ronca voz de su conciencia.
-Tu no eres a quien esperaba- la voz de Darlica Peralta sonaba ahogada entre el tumulto de tierra y la gruesa tapa del ataúd. -Esperaba a la muerte.
-Hemos venido a buscarte… no tendrás que estar aquí encerrada por mucho tiempo- dijo la conciencia, siempre paciente.
-¿Estás lista para venir conmigo?-inquirió la muerte.
-Sí, ya estoy cansada de vivir- susurró la chica.
Y se sumió entre las penetrantes virutas de humo planetado, se desprendió de la materia y ascendio a los cielos. Desde arriba, pudo ver a quienes le lloraban y esta vez, sonrió: ellos merecen sufrir.
La muerte y la conciencia tomaron caminos separados. La primera se fue a vagar entre el planeta, en muchos lugares a la vez; mientras que la segunda, se perdió entre los cielos, siendo feliz.
Darlica, ábandonada por su compañera en vida, se volvió un ánima perdida. Fue entonces, cuando el angel de la muerte la tomó en sus brazos y la designo en un cuerpo nuevo, para que se cansara de vivir otra vez.
{Ana Arcia}