5.25.2011

¡Lo que hice!

Ya sé, ya sé... yo casi no ando por estos rumbos pero esta noche decidí venir a husmear de blog en blog.
Y heme aquí. Así que estaba caminando por los pasillos de la blogosfera y me encontré con esta deliciosa estrada de "El SEMILLERO DE BLOGS",  en la que me pude anotar para ver si alguna otra alma viene a visitar este blog medio abandonado y dejarme sus pensamientos prófugos.

Así que comparto esto con ustedes para ver si se suman a esta actividad que hará conocer un poquitín más a sus bellos blogs. El requisito es que tienen que tener menos de 50 seguidores. 
Les dejo el link aquí para que vean qué tienen que hacer. 
Espero que esto les sirva.

Oh, si. Y también he anotado a Imaginatura: Troupe-Literaria. 

5.18.2011

Los cinco reinos

Cuando los dioses crearon el mundo, quisieron que las criaturas que en un futuro vivirían en él, fuesen vigiladas por otras, mágicas e inmortales, brillantes e inteligentes: las estrellas. Ellas vigilarían en todo momento a los humanos, les ofrecerían esperanza y alumbrarían sus vidas como pequeñas luces titilantes, pero las estrellas estaban dolidas, porque aunque gozaban de ser servibles a los humanos, no podían vivir como ellos. Las estrellas deseaban amar, tener aventuras, poder tener descendientes.
Y juntas, se enfrentaron  a los dioses, exigiendo una vida digna. Fue entonces cuando el Dios Mayor les dijo que debían esperar el momento indicado para poder dejar una semilla en el mundo, esa semilla sería especial como ellos y brillantes como ellas. Y así lo hicieron, las estrellas partieron esperando el momento indicado.
Cientos de años después, cinco hombres sobresalientes deseaban un poder máximo para gobernar la tierra, adquirir riquezas y demostrar su valía frente al resto de los humanos. Los hombres viajaron hasta  el Templo de los Cielos y allí, hicieron un ritual para ponerse en contacto con los dioses. Cuando estos hubieron bajado, los cinco hombres hicieron su petición. Pidieron cinco mujeres delicadas, gráciles, que completaran sus destrezas; mujeres que pudieran darles hijos perfectos.
Los dioses aceptaron con una condición: que pudiesen implantar un poco de ellos mismos en esas criaturas. Los cinco hombres, deseosos de que sus descendientes fuesen aun más perfectos, aceptaron la condición. Y en ese momento, las cinco estrellas más brillantes descendieron de los cielos, iluminando todo el mundo. Aterrizaron con polvos brillantes, en ráfagas de humo colorido. Eran justo lo que ellos deseaban: esbeltas, brillantes, con un perfil que denotaba mandato.
La que sobresalía más tenía los ojos color verde bosque y el cabello rojizo, que recordaba los atardeceres de los mundos; la más inteligente llevaba el cabello negro como la noche sujeto por un hilo de oro; la más joven sonreía al ver cumplido su sueño, sus cabellos color café oscuro volaban alrededor de ella, embelleciendo su delicado rostro, sus ojos estaban dispuestos a todo, valientes; la más inocente observaba con sus ojos dorados e intrépidos a los hombres, eligiendo al que más le satisficiera; y por ultimo, la mayor, madre de las estrellas, observaba con sus ojos violeta cómo los hombres estaban embelesados con sus hermanas. Fue entonces cuando ella sonrió y atrajo sus miradas, cuando hubo escogido a quien sería su pareja, terminó de ejercer su don.
Cada una de ellas se unió al hombre con el que era más compatible y fue de esa forma en que los cinco hombres decidieron repartirse las tierras del mundo; cada uno con su respectiva estrella,  partió hasta el lugar en que gobernaría.

Y es así, como se construyeron los cinco grandes reinos: Dhiusanghí, Daraídhe, Nuktaé, Estardhiusth  y Volerhot.

5.13.2011

Sin Rencores

Alguien gritó desgarradoramente.
-La chica está muerta -sentenció alguien más.
La pulcra blusa de la muchachita se mojaba en la caliente sangre, escurría en el piso, formando un enorme charco oscuro.
-¡Nadie se mueva! –gritó el hombre joven. –Que nadie mueva un dedo o sino… los mataré a todos.
Elí miró al muchacho que sostenía el arma asesina, el arma que la había condenado a la muerte. El joven, a quien muchos reconocieron como  Javier, había irrumpido en la Universidad con el plan de acabar a quienes le habían menospreciado. El joven, invisible entre el montón de estudiantes había sacado aquella pistola y apretado el gatillo con un solo movimiento. Elí había gritado al mismo tiempo, al ver la pistola. Desgraciadamente, la bala había ido directamente a su pecho.
-¡Elí! –gritó otro muchacho, amigo de la chica que descansaba en el suelo.
-¡No te muevas! –gritó Javier, apuntándole.
-¡Estúpido! ¡La has matado!
-¡Déjala! –gritó Javier al ver que el muchacho de cabellos oscuros y ondulados se acercaba. –Déjala. Ella es mía.
Todos estaban aterrados. Solo Miguel era el único valiente, tonto y estúpido como para enfrentarse a aquel loco.
-Elí, Elí –murmuró Miguel.
-Te dije que la dejarás –gritó de nuevo y esta vez, disparó.
Otro coro de gritos y llantos.
Miguel recibió la bala en la pierna, provocando que cayera al suelo, gimiendo de dolor.
Javier se puso en acción, se suponía que después de todo había ido allí para eso. Así que disparó otra vez, acertando.
Javier observó como el cuerpo de la muchacha se resbalaba por la pared, donde segundos antes había estado acurrucada; el rastro de sangre en la pared…
Los profesores, que habían salido a trompicones de sus aulas esperaban acabar con aquella horrible situación. Pero… ¿cómo hacerlo?
-¡J-Javier! –gritó la Profesora Gabriela. –Hijo… po-por favor, deja la pistola. –Pidió. –Todo se arreglará, ya verás que si…
-No me llame hijo, porque no lo soy. No me diga que todo estará bien. –Javier sudaba, Javier estaba harto.  Entonces hizo algo que no planeaba, algo que se le había pasado por la mente pero que jamás había imaginado, lo haría en publico.
-¡JAVIER! – gritó aquella profesora. -¡NO LO HAGAS!
Pero ya era muy tarde. Javier había jalado el gatillo de nuevo.
Los alumnos gritaron cuando vieron la sangre y pedacitos de una masa extraña, salpicar el cuerpo de Elí.
Ahora estaban aquellos tres cuerpos, inertes, sin ningún rastro de vida.

-Era necesario. No podía vivir sin ti –murmuró Javier.
-No te preocupes, Javi. Ya todo estará bien –y la muchacha le tomó de la mano. Caminaron, mientras  los ángeles descendían como si fueran humo, humo y polvo suave, que formaban espirales y girones que se solidificaban formando cuerpos sólidos.
Ángeles y más ángeles descendieron de la nada. Uno de ellos, con el cabello rubio cenizo, de una hermosa sonrisa torcida, les miró profundamente.
-Bienvenidos a la otra vida. –Y lideró el camino que ambos compartirían.
El ánima de la otra chica asesinada, partió con otro ángel y sin rencores, dedicó una sonrisa a Javier, a su asesino.